Trabajo práctico n°6
a)
Lea el cuento de Kafka El buitre, y cambie el narrador (usar un narrador externo, en
tercera persona)
“El buitre”
En: Cuentos completos , Franz Kafka
Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había
desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre
tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la
obra. Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al
buitre.
-Estoy indefenso –le dije-, vino y empezó a picotearme,
yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales
son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies; ahora
están casi hechos pedazos.
-No se deje atormentar –dijo el señor-, un tiro y el
buitre se acabó.
-¿Le parece? –pregunté-, ¿quiere encargarse usted del
asunto?
-Encantado –dijo el señor-; no tengo más que ir a casa a
buscar el fusil, puede usted esperar media hora más?
-No sé- le respondí, y por un instante me quedé rígido
de dolor; después añadí: -Por favor, pruebe de todos modos.
El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo
y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que lo había
comprendido todo: voló un poco lejos, retrocedió para lograr el ímpetu necesario
y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca
profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación: que en mi sangre,
que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre
irreparablemente se ahogaba.
Versión modificada:
Érase un buitre que le picoteaba los pies. Siempre
tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la
obra. Pasó un señor, que los miró un rato y le preguntó por qué toleraba al
buitre.
-Estoy indefenso –dijo la víctima-, vino y empezó a
picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos
animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los
pies; ahora están casi hechos pedazos –agregó luego.
-No se deje atormentar –dijo el señor-, un tiro y el
buitre se acabó.
-No sé-respondió, y por un instante se quedó rígido de
dolor; después añadió: -Por favor, pruebe de todos modos.
El buitre había escuchado tranquilamente el diálogo y
había dejado errar la mirada entre los dos hablantes. El animal voló un poco
lejos (retrocedió para lograr el ímpetu necesario) y como un atleta que arroja
la jabalina le encajó el pico profundamente en la boca de su víctima quien, al
caer de espaldas, sintió como una liberación. Lo había comprendido todo: en su
sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas,
el buitre irreparablemente se ahogaba.
- b)
Lea el cuento “Comunidad” de Franz Kafka, y luego
reescríbalo desde el punto de vista del sexto personaje
Comunidad
Franz
Kafka
Somos cinco
amigos. Una vez salimos, uno tras otro, de una casa. Primero salió uno y se
colocó al lado de la puerta de calle; después el segundo salió por la puerta,
o, mejor dicho, se deslizó con la misma suavidad con que resbala una gota de
mercurio, y se ubicó no lejos del primero; después el tercero; después el
cuarto; después el quinto. Finalmente, nos pusimos todos en una línea, parados.
La atención de la gente empezó entonces a centrarse en nosotros, nos señalaban
y decían:
"Los
cinco acaban de salir de esa casa".
Desde
entonces vivimos juntos. Sería una existencia pacífica si no viniera siempre un
sexto a entrometerse. No nos hace nada, pero nos resulta fastidioso, y eso ya
es bastante. ¿Por qué se mete por la fuerza donde no se quiere saber de él?
No lo
conocemos, y no queremos aceptarlo con nosotros. Tampoco nosotros cinco nos
conocíamos antes, y, si se quiere, tampoco ahora nos conocemos unos a otros;
pero lo que entre nosotros cinco es posible y se admite, con ese sexto no es
posible y no se admitirá. Aparte de todo esto, nosotros somos cinco y no
queremos ser seis.
¿Y qué
sentido tiene, en definitiva, este permanente estar juntos? Ni siquiera para
nosotros tiene sentido alguno. Pero nosotros ya estamos juntos, y continuamos
así; pero no queremos una nueva unión, en razón, precisamente, de nuestras
experiencias.
Pero ¿cómo
puede uno hacerle entender esto al sexto? Darle largas explicaciones
significaría ya casi una aceptación en nuestro círculo. Preferimos no aclarar
nada, y no lo aceptamos. Por más que saque trompa lo alejamos a codazos; pero por más que lo
alejemos a codazos él vuelve.
Versión
modificada:
Son cinco amigos. Una vez salieron,
uno tras otro, de una casa. Primero salió uno y se colocó al lado de la puerta de calle; después el
segundo salió por la puerta, o, mejor dicho, se deslizó con la misma suavidad
con que resbala una gota de mercurio, y se ubicó no lejos del primero; después
el tercero; después el cuarto; después el quinto. Finalmente, se pusieron todos
en línea, parados. La atención de la
gente –la mía, incluida- empezó a centrarse en ellos, los señalaban y
decían:
"Los cinco acaban de salir de esa casa".
Desde entonces viven juntos. Tendrían una existencia pacífica si no me
entrometiera. No les hago nada malo, pero les resulto fastidioso, y eso ya es
bastante. Siempre me preguntan:
¿Por qué te metes por la fuerza donde no se quiere
saber de ti?.
No me conocen, y no quieren aceptarme entre los suyos. Pero tampoco ellos cinco se conocían antes, y
para colmo, tampoco ahora se conocen unos a otros; el problema es que ellos
quieren ser cinco, y no seis.
¿Y qué sentido tiene, en definitiva, que estén
permanente juntos? Ni siquiera para ellos tiene sentido alguno. Pero ellos ya
están juntos: no quieren una nueva unión, en razón, aparentemente, de sus
experiencias. ¿Por qué no pueden explicarme esto? Pareciera que darme largas
explicaciones significaría ya casi una aceptación a su círculo. Prefieren no aclarar nada, y no
aceptarme. Siempre me alejan a los
codazos, pero siempre vuelvo –pues mi insistencia no se tuerce con un par de
golpes-.
Muy buena narración la segunda. Me imagino una situación muy lamentable y poco humana.
ResponderEliminarAbrazo!